5 de junio de 2014

2014




Querido padre, 

Año 2014. Hoy tendrías 96 años y quizás estarías muy deteriorado y deprimido. Prefiero sentirte cerca en forma de espíritu energético y saber que ahora estás mejor que nunca. 

Sé que algunas veces te pones triste porque me ves muy sola y llena de interrogantes. Pero no te preocupes. Tú sabes que, a trancas y barrancas, siempre consigo seguir dando pasos hacia adelante. Sobre todo me lo impone el saber que me estás viendo y yo te prometí  que seguiría andando de pie.  

Ya ves que sigues siendo mi confidente invisible y, contarte mis penas y alegrías sigue siendo un gran consuelo para mí.  

Cuando el próximo año vuelva a contar hacia atrás, estaré en los 70 y, tal como tú decías, me parece mentira. Sobre todo porque siempre tuve la impresión de que no llegaría a la vejez. Y ya ves; nadie se cree la edad que tengo gracias a la impagable herencia que me dejó la Familia Alavedra de su gran sentido del humor, sus risas y su costumbre de repartir alegría. Menos mal que salí a ti pues seguro que recuerdas que te casaste con un cactus punzante y peligroso. No es que te equivocases .. era parte de tu trabajo de vida y lo superaste con sobresaliente. Nunca fuiste un machista; muy al contrario, eras un bonachón absolutamente influenciable y crédulo. En estos aspectos, a consecuencia de mis malas experiencias, yo cambié mucho antes de chip y me convertí  en una desconfiada dedicada a llevar la contraria a quienes creía pretendían engañarme o utilizarme. 

En realidad es una auténtica pena perder las ilusiones, los sueños, los caminos iluminados, el creer en las personas o esperar el príncipe azul que nos dibujábamos de pequeños. El mundo y la vida hacen daño. Nunca es un sendero de flores y poco a poco nos convertimos en animales racionales heridos, alertas, algunas veces rabiosos y otras desesperadamente tristes. 

Muchas veces me pregunto si lo que estoy viviendo es la vida de verdad o cuando pasamos a tu otro lado es estar lúcido y despertar de una pesadilla. 

Algún año ya no te escribiré. Dejaré de contar los años hacia atrás y nos encontraremos en el número 0 donde espero disfrutar de un paraíso para compartir abrazada a tu cuello. 

Eres el ser que más encuentro a faltar en la tierra. Nadie ha dejado su huella tan profunda como la tuya ni las palabras y consejos que forman parte de mis diccionarios personales. Fuiste un gran padre y un buen hombre. Para mí es más que suficiente para dar gracias. 

Sigue acariciando mi cabeza por las noches cuando estoy dormida. Tus mimos se hacen imágenes en mis sueños y renuevan mis energías para el nuevo día que empezará. Es así de sencillo: Sé que estás ahí …. a mi lado. Te siento, te presiento y te quiero con todo el corazón.  

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