No sabría descubrir de dónde ha surgido la imagen de él
y yo paseando por la orilla del mar, mientras el sol nos regalaba sus últimos
rayos multicolores, en amarillos y rojizos, dejando un cielo azul, tenuemente
iluminado, que descubría las tempranas estrellas de la noche que llegaba.
Me sentía terriblemente asustada por lo que estaba
sintiendo y, de vez en cuando, levantaba la vista hacia tu rostro para
escudriñar e intentar averiguar qué era lo que podía descubrir en tu mirada, y conseguir descifrar tus pensamientos. ¿Qué
quieres??
Algunas veces, me topaba con tus ojos que también
estaban pendientes de mi y por ello sospechaba que nuestras dudas y miedos eran
idénticos. Indecisión, silencios, solo los dos fuertemente unidos por las
cinturas que, sin palabras y por su presión, parecía que querían gritar al aire
aquella intimidad y calidez que nos estaba aprisionando a ambos, a pesar de
nuestra negación mental a la que nos estábamos sometiendo, a medida que la
marea baja dejaba al descubierto la arena mojada.
Pero ¡cómo puedo esperar llenar mi cántaro de deseo si soy
mucho mayor que él??? Eso es imposible. Calla, absorbe estos momentos y
confórmate con haber conseguido este regalo. Mi voz interior era razonablemente
lógica y yo tenía que respetar las leyes de la atracción personal. Mientras
tanto, seguía buscando tu mirada, aún con el riesgo de que él fuese capaz de
traducir el brillo de mis pupilas. Mi cuerpo se sentía tan cerca del tuyo, que ha
empezado a producir una combinación de pasión y deseo, mientras parecía que el
aire se negaba a entrar en mis pulmones y se me hacía difícil respirar.
Y ha sido aquí, en este punto, que nos hemos detenido,
mirándonos frente a frente y hemos sucumbido
a nuestras quimeras. Lentamente, con la aceptación escrita en los ojos, nos hemos
besado. Primero dulcemente, corto …. y la cerilla ha chasqueado prendiendo la
llama que ha sido capaz de encender el hogar. El hogar de dos corazones que,
justo cuando la luna, en cuarto creciente, dibujaba un gran sonrisa con su
forma redondeada, estaban latiendo al unísono.
Mi terror se ha acrecentado y, a pesar de que no quería
hablar, he necesitado hacer una pregunta crucial para seguir deslizándome por
ese espejismo del camino de rosas o salir huyendo hacia el refugio de mi
habitual soledad.
- -
¿De verdad no te importa la diferencia de
edad??
Sorprendentemente,
has respondido atrayéndome hacia ti más fuerte:
-
- En estos momentos no.
Y las espirales del mundo onírico nos han envuelto en
su torbellino de sin tiempo y al momento estábamos en tu cama. Debajo de tu
blanca sábana. Yo me sentía avergonzada de mi cuerpo desmarcado por los años pero
tú estabas totalmente entregado y dispuesto a dejarte llevar de viaje por el
carrusel de los sentidos. No por sexo. Por saborear despacio dar y recibir amor
sin condiciones. Por conseguir llegar a tocar aquellas estrellas que habíamos
dejado alumbrando la ya vacía playa.
Tumbado de espaldas, con los brazos abiertos para
acaparar todo lo invisible que estabas deseando llegase en esos momentos
mágicos, decididamente hemos dejado a
oscuras la razón.
Al principio muy insegura y esperando cualquier gesto
de desagrado por tu parte, he empezado a besar tus manos. He dejado que se deslizaran
por mis hombros y he seguido besando y lamiendo lentamente tu pecho moreno, a
chupar tus pequeños pezones, mientras reprimía las lágrimas de felicidad y
agradecimiento al Universo por ofrecerme, todavía, una experiencia subliminal.
Tus labios estaban sonrientes .. tus ojos seguían cerrados, tu respiración era
lenta y profunda y yo ….. yo me he dicho: Estoy soñando ¡!
Como la carroza de la Cenicienta a las doce de la noche, en ese momento he
despertado … y ¡era verdad!. ¡Estaba soñando!!
Parecía tan real que respiraba agitadamente, sentía una
intensa necesidad del calor de otra piel y mi cabeza estaba flotando en una
confusión intemporal de lo que era tangible y físico, y aquello que había conseguido
aflorar a la superficie desde mi más profundo inconsciente.
Y es que los sueños nos hablan hacia adentro, alumbran
nuestros secretos o nuestros pensamientos más insignificantes. Aquellos que
estando en vigilia y seguros de nosotros mismos, hemos decidido y entendido que
se trata de algo que jamás puede pasar.
Luego, llega la nocturnidad y salen los fantasmas encerrados
en el cofre de la sensibilidad y los sentimientos. Esos que no controlamos y se nos manifiestan
involuntariamente como SUEÑOS IMPOSIBLES.
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