9 de octubre de 2010

TORMENTA

Hace dos días que el hombre del tiempo nos alerta de fuertes tormentas sobre Cataluña y Barcelona. Esta tarde de sábado es oscura y amenazante. A última hora, el cielo estaba rojizo y la humedad del ambiente me provoca sudor, agobio y me siento poseída por una gran tensión en cada uno de los músculos de mi cuerpo. Hay veces que comparo mi estado con el de los caballeros antiguos armados de lanzas y espadas, antes de iniciar el ataque de una gran batalla. Una fuerza retenida en el interior que necesita salir a la luz y explotar.

Es curioso lo que, desde toda la vida, me ocurre antes de una gran tormenta. Nunca he sabido si existen más personas con los mismos síntomas; pero seguro que así es. Si estoy dormida, acostumbro a sentirme sumida en extrañas pesadillas que me obligan a dar vueltas y vueltas en la cama. Con la luz del primer relámpago, me despierto de golpe. A tiempo para oír el primer trueno. Siempre puedo cerrar ventanas con la tenue lluvia primeriza.

¿Porqué me afecta tanto el tiempo?. Porque en los días grises mi estado de ánimo es sumamente bajo y mis luces de esperanza quedan absolutamente veladas por la tristeza, la desmoralización, falta de energía y una imperiosa necesidad de no pensar. Cuando era joven, eso no ocurría; tenía proyectos, vislumbraba futuros idealistas y amores románticos e inmortales. ¡Lo que hace la juventud!. ¡Lo que cambian los años!

El sol. Necesito el sol como el aire, como los alimentos que mantienen mi cuerpo, como mi propia vida para subsistir. Me da luz, energía, esperanza, me llena de nuevas ilusiones, de pensar que estar aquí vale la pena, tan sólo por contemplarlo majestuoso y brillante sobre un mar de rizos plateados que saludan su omnipotencia.

A medida que pasan las horas, impasible, rodeada de silencio y a media luz en el sofá, siento necesidad de llorar; de vaciar mis miedos, mi rabia, mis pensamientos de soledad y de injusticias. A través de la ventana es negra noche. A través de mi piel, es negra sangre. Estoy esperando el primer relámpago, el primer trueno. Las ventanas ya están cerradas y, cuando llegue, por fin podré romper a llorar para acompañar a la lluvia en su caída. Primero, suavemente, reprimidamente , y para expulsar mi oscuridad interior, un diluvio de amarguras inundando mis mejillas hasta que, llegando a mis labios, me recuerden que esas gotas son saladas; saladas como el agua del mar y permitan que cierre los ojos y se tranquilice mi corazón. Después de la tormenta, siempre sale el sol.

Sigo esperando la tormenta. Alerta al firmamento. Y no pierdo la esperanza de que mañana, o el lunes, vuelva a brillar el astro rey. Vuelva a pensar que vale la pena vivir por alguna razón.

1 comentario:

  1. Un pensamiento que deriva en una emoción y que la mente pretende contar a tu SER lo que ocurre…Todos los estados de ánimo están condicionados por nuestro pasado. Un determinado olor antiguo, esa luz igualita a aquella que vimos aquél día que estábamos tan desesperados por algo que ocurrió. La misma mirada que te observó y sentenció, el roce del Aire pre-tormenta que roza tu cara. Si te fijas el pasado tiene una carga emocional que nos condiciona nuestro presente , único momento en el que todo está bien, no hay agua retenida y si nos dejamos fluir pronto nos daremos cuenta que AHORA nada de aquello que proyecta nuestra mente ocurre. Tu poder está aquí y ahora.
    Besos
    Paco

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